Al final del curso escolar, tras adquirir nuevos conocimientos, aptitudes y habilidades, los esfuerzos del alumnado se ven reflejados en el boletín de notas, ¿pero qué pasa si no son tan buenas como esperábamos?
Bajas notas, primer síntoma de problemas
El rendimiento académico de los hijos e hijas es una de las principales preocupaciones de las familias y normalmente lo valoramos a través de las notas. En muchas ocasiones, los resultados no son los esperados y no siempre resulta sencillo enfrentarse a esta circunstancia. Saber cuáles son las causas es el primer paso para mejorar el rendimiento escolar, ya que son muchos los motivos que pueden influir en unas malas calificaciones: dificultades en el aprendizaje, motivación y/o problemas en la autoestima o autoconcepto son factores que se deben tener en cuenta, ya que pueden provocar que la falta de rendimiento escolar no tenga relación con el ámbito académico.
El entorno familiar y escolar
Asimismo, se deben analizar circunstancias relacionadas con su entorno, es decir, acontecimientos familiares que puedan ocasionar desmotivación o problemas emocionales (separación, mudanza, nacimiento de un hermano…), por lo que es fundamental el diálogo para conocer el origen del problema. De la misma forma, se deben estudiar los elementos que puedan afectar en el centro educativo, como las relaciones con los compañeros/as y el profesorado. Pero sobre todo, se debe examinar si el alumno/a tiene dificultades para el aprendizaje, ya que en estos casos la detección precoz es importantísima para pedir ayuda a un especialista y/o adaptar las enseñanzas a las necesidades del alumno/a. Sin embargo, en la mayoría de los casos no existe ningún tipo de dificultad o problema emocional, sino que el bajo rendimiento escolar viene dado por un escaso dominio de las técnicas de estudio, la desorganización y la desmotivación. En estos casos, ¿qué se puede hacer en casa para ayudarles a mejorar?
Motivación y planificación
Por supuesto, el primer paso es prestarles atención y comenzar un diálogo para determinar si hay algún problema que se deba derivar a un profesional especializado. Si el niño o niña está desmotivado y se percibe claramente su falta de interés, hay que tratar de hacerle ver la importancia de los estudios para su futuro y explicarle la relación de las materias que está cursando con el desarrollo de una futura profesión.
Por otro lado, se les debe ayudar creando una rutina de estudio y un horario, además de facilitarles un espacio fijo y libre de distracciones para realizar las tareas y estudiar. Para ello, una buena opción es crear un plan de estudio en una agenda en la que organizar la semana. Una vez sentado a la mesa, puedes ayudarle a sintetizar la información mediante técnicas sencillas como el subrayado, el resumen o el mapa conceptual. Si compruebas que diariamente se esfuerza, refuerza con palabras de aliento y de ánimo para que continúe por ese camino y consiga cada vez mejores calificaciones.